Introducción a las expectativas y las metas

En el día a día utilizamos ciertos términos que movilizan a pensar en el futuro: meta, expectativa, deseo, objetivo, esperanza, ilusión, propósito, suposición, plan, idea, etc.

Generalmente, se suelen utilizar de manera bastante similar y en cierta medida lo son, pero hay matices por los que me gustaría dividirlos en tres grandes bloques:

Bloque 1 (Meta, objetivo, propósito, plan): dependen de nosotros para llegar a materializarse, pueden ser más factibles o más inalcanzables.

Bloque 2 (Expectativa, esperanza, suposición): no dependen de nosotros, no tenemos control sobre la posibilidad de que se materialicen, sino que dependen de lo que los demás hagan por nosotros.

Bloque 3 (Idea, ilusión, deseo): son neutros, pueden ser del bloque 1 o el bloque 2 en función de en qué medida dependa de los demás para cumplirse.

Si pongo en manos de los demás una meta que me he propuesto, ya no es una meta.

Si estoy esperando a que una persona haga algo por mí, ese algo puede no llegar.

Si un plan implica a alguien que no sea yo, el plan no se llevará a cabo como yo lo he trazado.

Si deposito una expectativa en el otro, el otro no está obligado a satisfacer mi expectativa.

Si supongo algo de una persona, puedo haber dado por supuesto algo que no es real.

Si tengo la esperanza de que las cosas cambien, no estoy tomando parte activa en el cambio.

Si deposito en los demás mis objetivos, pasan a ser esperanzas y expectativas.

Si mi felicidad depende de las expectativas de que el otro me quiera y no de las metas para quererme a mí mismo, me enfadaré, me sentiré triste y condenaré a los demás por no hacerme feliz.

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