¿Te suena algo de todo esto?
“Hoy no, mañana”
“Tengo que ver si me pongo”
“Es que soy muy procastinador”
“No le dejo porque va a cambiar”
“Ahora no es buen momento”
“Cuando me encuentre un poco mejor”
“Si me informo un poco más me pongo”
“Es que me cae bien y me da pena”
“Bastante he avanzado ya hoy”
“Qué pereza, mejor me pongo Netflix un rato”
“A ver si saco tiempo para hacerlo”
“Yo no sirvo para eso”
“A las horas que son, ya no puedo, otro día”
“Mejor empiezo mañana que tengo más tiempo”
“Hoy no estoy inspirad@”
“Esperaré al momento perfecto”
“Ya mejor lo dejo como propósito del año que viene”
“No me va tan mal de momento”
“Yo no sirvo para eso”
“Es que no tengo todo lo que necesito”
“Total, era una tontería hacerlo”
A menudo, nos ponemos pretextos, montamos castillos de excusas y nos armamos hasta los dientes de razones por las cuales NO hacer algo pero…
¿Qué impide que busquemos pretextos, montemos castillos de motivos y nos armemos de razones para SÍ hacer algo? Inseguridades, baja autoestima, dificultad para tomar decisiones, miedos, pereza… sinfín de razones.
Por esto, la realidad da cuenta de que nunca existe un momento perfecto en el que hacer algo, cambiar el rumbo que llevamos o retomar una antigua actividad, pues los momentos perfectos no existen y a la vez cualquier momento es perfecto si es el que has decidido para empezar.
No se trata de dejarse de excusas y armarse de motivos (que también es una vía aceptable como tantas otras, pero como profesional de la psicología siempre recomendaré la más enriquecedora y sana); se trata de ver por qué estamos poniendo esas excusas y estamos posponiendo algo que a priori nos apetece hacer. Una vez descubramos el origen del problema, la mayoría de las veces el problema se esfumará porque sabremos qué hacer.
La mayoría de veces, el motivo por el que no nos ponemos manos a la obra es el miedo, o más bien la incerteza de no saber cómo hacerlo bien o qué nos deparará el futuro si emprendemos ese camino.
Sea como fuere, lo bueno que tiene explorar esta segunda vía para resolver un “inmovilismo” es que nos permitirá, no sólo avanzar, sino que también conoceremos mejor una parte de nosotros mismos.