
Como versaba el filósofo José Ortega y Gasset, “yo soy yo y mi circunstancia y si no la salvo a ella no me salvo yo”. Por si no se ha entendido el román paladino, este filósofo se viene a referir a que todo lo que te pasa depende exclusivamente de ti y que tú no eres sólo la persona con la que te acuestas y levantas todos los días, sino también la dimensión espiritual, lo inconsciente y el contexto histórico en el cual estás inmers@. A esto último es a lo que Ortega y Gasset llama la circunstancia/naturaleza. El asunto está en que si no tomas las riendas de tus circunstancias, si no las cuidas y las abrazas, tu “yo” nunca podrá sentirse bien consigo mismo. ¿Qué giro de tuerca hemos encontrado para no encargarnos de nuestra propia circunstancia? Buscar quien nos la salve: Depender de una pareja/amistad para sentir que somos valiosos. Darle tiempo al tiempo, quedando a expensas del futuro y del vaivén de los tiempos para sentirnos mejor. Desviar la atención a temas y encargarnos de asuntos que no tienen que ver con nuestra circunstancia, sino con la circunstancia de otro. Hacer que otra persona tome las riendas de nuestras decisiones. Culpar a los demás por no darnos lo que esperábamos (y creíamos necesitar) de ellos para sentirnos mejor con nosotros mismos. Dejarnos llevar por la corriente y no pararnos a pensar qué queremos hacer con nosotros mismos. Creernos que somos “una media naranja” incompleta e imperfecta que tiene que buscar su otra mitad. ¿Es una putada? Es una putada, ya que si hay algo de ti (o tu circunstancia) que te hace sentir mal, el cambio lo propiciará tu intervención directa para dejar de encontrarte mal (aunque tú no tengas el problema o no estés haciéndolo mal). ¿Es una liberación? Es una liberación, ya que lo que te está sucediendo ahora mismo depende de ti para darle la vuelta a la tortilla y encauzar ese dolor y/o sufrimiento hacia algo positivo o que te haga sentir mejor.