Reflexiones Narrativas

En este espacio se dan cita las reflexiones y divagaciones de Psinquieta y algunas de otros autores que me parecen dignas de enmarcar; deseo que este contenido te resulte de lo más nutritivo para tus inquietudes y problemas en los que ahora mismo te veas inmerso.

Paradójicamente, te recuerdo que la única verdad absoluta es que no hay verdades absolutas; es decir, ninguna de las publicaciones deben ser tomadas como verdades absolutas, tan sólo como reflexiones a tener en cuenta siempre en función del contexto en el que se esté hablando y que lo que hoy es cierto mañana podría no serlo.

Cada persona tenemos un camino y, consecuentemente, lo esperable es que te sientas más identificado o más atraído por algunas publicaciones y no te interese o no te haga vibrar el contenido de otras.

Espero que disfrutes de las reflexiones que aquí han confluido y que su moraleja o enseñanza te sea provechosa y agradable en mayor o menor medida.

 

Un abrazo,

Paco.

Yo y mi circunstancia

Como versaba el filósofo José Ortega y Gasset, “yo soy yo y mi circunstancia y si no la salvo a ella no me salvo yo”. Por si no se ha entendido el román paladino, este filósofo se viene a referir a que todo lo que te pasa depende exclusivamente de ti y que tú no eres sólo la persona con la que te acuestas y levantas todos los días, sino también la dimensión espiritual, lo inconsciente y el contexto histórico en el cual estás inmers@. A esto último es a lo que Ortega y Gasset llama la circunstancia/naturaleza. El asunto está en que si no tomas las riendas de tus circunstancias, si no las cuidas y las abrazas, tu “yo” nunca podrá sentirse bien consigo mismo. ¿Qué giro de tuerca hemos encontrado para no encargarnos de nuestra propia circunstancia? Buscar quien nos la salve: Depender de una pareja/amistad para sentir que somos valiosos. Darle tiempo al tiempo, quedando a expensas del futuro y del vaivén de los tiempos para sentirnos mejor. Desviar la atención a temas y encargarnos de asuntos que no tienen que ver con nuestra circunstancia, sino con la circunstancia de otro. Hacer que otra persona tome las riendas de nuestras decisiones. Culpar a los demás por no darnos lo que esperábamos (y creíamos necesitar) de ellos para sentirnos mejor con nosotros mismos. Dejarnos llevar por la corriente y no pararnos a pensar qué queremos hacer con nosotros mismos. Creernos que somos “una media naranja” incompleta e imperfecta que tiene que buscar su otra mitad. ¿Es una putada?  Es una putada, ya que si hay algo de ti (o tu circunstancia) que te hace sentir mal, el cambio lo propiciará tu intervención directa para dejar de encontrarte mal (aunque tú no tengas el problema o no estés haciéndolo mal). ¿Es una liberación? Es una liberación, ya que lo que te está sucediendo ahora mismo depende de ti para darle la vuelta a la tortilla y encauzar ese dolor y/o sufrimiento hacia algo positivo o que te haga sentir mejor.

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El amor incondicional

Qué complicado hacemos muchas veces el amor, qué difícil es ser incondicional; empezamos a enredar un sentimiento o nos forzamos para seguir queriendo a alguien por quien ya no sentimos esa pasión que en un inicio nos embriagaba. Y del mismo modo, cuántos enfados tenemos cuando un familiar, un/a amig@ u otra persona no actúa como a nosotros nos gustaría o esperábamos de él/ella. El amor incondicional no es un amor pasional necesariamente, ni tampoco platónico ni inalcanzable; es ese amor desprovisto de juicios, un amor que acepta las cosas como van viniendo y no como nos gustaría que fueran; puede ser hacia una persona o hacia uno mismo. ¿Qué NO es amor incondicional? Mantener una relación caducada por miedo a estar solo o a los cambios. Criticarnos a nosotros mismos. Estar con una persona que nos hace sentir inferiores/superiores. Culpar a un familiar por hechos cometidos en el pasado. Querer seguir en una relación cuya pareja nos agrede verbal o físicamente. Manifestar a una persona un aprecio que realmente no sentimos. Condenar a un/a hij@ por no ser lo que esperábamos de él. ¿Qué es amor incondicional? Aceptar que una persona sea como quiera ser. Dejar ir a una persona que ya no está con nosotros (física o metafóricamente). Respetar las decisiones que otra persona quiera tomar y tratar de comprenderlas. No querer que otra persona cambie sus defectos. Abrazar y entender que las experiencias son parte de nuestro proceso personal. Concluyendo, el amor incondicional no es algo que se forje en dos días ni es tampoco una máxima a alcanzar, pues requiere un trabajo constante para quitarnos las armaduras, las defensas y los juicios y no siempre consigue ser puro al completo. La recompensa por amar incondicionalmente es evidente: cuando dejamos que las cosas sean como tengan que ser y no como esperábamos, nos sentimos completos con lo que somos actualmente y aceptamos a los demás como lo que son.

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¿Con qué gafas miras a los demás?

¿Te ha pasado que hablando con algún amig@ sobre una tercera persona y l@s dos tenéis puntos de vista muy diferentes sobre ésta (siendo los actos y la persona los mismos)? ¿Cómo se puede tener una opinión tan diferente sobre una misma persona? Debido a nuestras experiencias (vitales, enseñadas o inconscientes), vamos desarrollando una “sensibilidad” a temas, hay a quien le afecta más una infidelidad, a otros les molesta que les den de lado, hay a quien le duele que les den órdenes, etc. De este modo iremos creando unas “gafas” preparadas para que se nos queden esos temas grabados, creamos entonces “gafas de infidelidad”, “gafas del rechazo” o “gafas de la autoridad”, respectivamente.  También hay sensibilidad en positivo, podríamos hablar de “gafas de empatía”, “gafas de afecto” o “gafas de alegría”, por seguir con la metáfora de las gafas. ¿Es que no se puede hablar de nadie porque si no estoy hablando de mí? No se trata de eso, pero no podemos ver en los demás aquello que no está dentro de nosotros (por exceso o por defecto), si mi vecino ve en mí a Santiago Abascal o a Pablo Iglesias, se puede haber puesto las “gafas de Abascal” o bien las “gafas de Iglesias” y hay algo de Santiago Abascal en él o bien no soporta a alguno de esos dos políticos (y maximiza lo que ve de ellos en ti). En cambio, si no vamos por la vida evocando a ninguno de estos dos políticos, lo esperable es que posiblemente no resonemos con estas dos personas. En resumen, hay que darle la importancia justa a las comparativas que los demás te etiquetan, pues rara vez hablarán de ti mism@, sino de cómo nos ven ellos (en base a sus experiencias, recuerda). Y esta visión es siempre subjetiva, pues no atiende a valores objetivos ni racionales, sino a experiencias emocionales, inconscientes y sesgadas. Del mismo modo, aprende a observar en ti qué “gafas” te pones a la hora de elaborar una crítica o un juicio moral, pues te darán una información muy valiosa para poder conocerte a ti mismo e ir tomando conciencia de qué heridas del pasado aún arrastramos.

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El que tiene boca, se equivoca

Errores cometemos todos, todos los días; pueden ser errores que ni percibamos o verdaderas meteduras de pata. En terapia, veo con frecuencia a muchas personas martirizadas por sus errores, que aún siguen arrastrando ese sentimiento de culpa por haber tomado malas decisiones que en su día les parecieron acertadas y que se fustigan día tras día por lo que pasó y van con su runrún de “si yo hubiera”, “si pudiera dar marcha atrás”, “y si…”. En efecto, estas personas no están sacando buen provecho de la oportunidad que brindan los errores. Los errores nos pueden servir para autofustigarnos o para criticar a alguien, es más, estas dos suelen ser las actitudes más frecuentes en la sociedad en la que estamos inmersos. Pero a nivel individual también podemos aprovecharlos para crecer y aprender de ellos, no tanto para no volver a equivocarnos, sino para entender por qué nos hemos equivocado, tratar de vislumbrar por qué antaño esa decisión nos pareció la mejor que podíamos tomar. Una vez que hayamos determinado qué nos llevó a tomar esa decisión (que hoy calificamos de “errónea”), podremos crecer hacia “la salida del camino”, como dicen los Combo Calada en la frase de hoy. Del mismo modo, a medida que vamos aprendiendo y creciendo de nuestros propios errores, vamos tomando consciencia de que los errores de los demás también son parte del crecimiento de esas personas y que, consiguientemente, carece de sentido estar señalando y juzgando repetidamente por un mismo error a una persona, pues igual esa persona ya ha tomado conciencia y se ha valido de su error para crecer en alguno de sus aspectos personales. En resumen, en la medida en que se vaya siendo consciente de que los errores son una parte vital del aprendizaje (académico, personal y social), podremos ser capaces de sacar el mayor partido de ellos para así ir sintiéndonos un poco mejor con nosotros mismos.

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Sicología

¿Sabías que también se acepta como bien escrita la palabra “sicología”? Pues no es ninguna broma, nada más y nada menos que desde el año 2001 está recogido en la Real Academia Española como válido tanto Psicología y sus derivados (psicólogo, psicoterapia, psicoanálisis, etc.) como Sicología y sucedáneos (sicólogo, sicoterapia, sicoanálisis, etc.). ¿Y por qué se permite esto? Porque en el habla hispana la “ps”, al igual que “pt” se suelen pronunciar “s” y “t” respectivamente, así que los literatos acordaron aceptar como ortográficamente válidas ambas raíces terminológicas. ¿Cuál es el problema? Ninguno en sí mismo, pero se desvirtúa sobremanera la etimología de la palabra, pues Psicología como ya sabréis viene del griego psykhé (alma, mente, espíritu, como queráis llamarlo) y Sicología se asemeja más bien a la palabra griega sycon, que significa higo. En resumen, cada cual es libre del uso que hace de las palabras (ya estén o no recogidas por la R.A.E.), pero a mí personalmente no me agrada la idea de pensar que pertenezco a la corriente de “La Ciencia que estudia el higo”, llamadme raro. Quizá sea es que sea de la vieja escuela y palabras como setiembre, solo, andé, cruasán o sicología me sigan tocando la vena sensible al considerarlas como palabras malsonantes. Y a vosotr@s, ¿qué os parece todo esto? ¿Sois más de sicología o de psicología? ¿Qué otras palabras que están aceptadas os chirrían cada vez que las veis escritas?

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Psicología y música

La música juega un papel central nuestra vida; puede tratarse de ritmos, de cantos, rituales, etc. Tanto es así que una de nuestras primeras comunicaciones con el exterior nos llega mucho antes de nacer, como es el caso de las vibraciones rítmicas del latido cardíaco de la madre. Así, somos muchos a los que la música nos transmite una gran cantidad de sensaciones de todo tipo: música alegre, triste, rápida, tranquila, amorosa, reivindicativa, etc. Tanto es así que hoy por hoy hay una disciplina que hace confluir la música y la psicología: la musicoterapia. A título profesional, son muchas las veces que los versos de diferentes autores me han inspirado para abordar algún tema relacionado con la psicología. A nivel personal, la música forma parte de mí desde que tengo uso de memoria, la necesito como si se tratase de respirar, me transmite un sinfín de emociones y es una de mis rutinas favoritas diarias. Las canciones me parecen muchas veces un muy buen material para reflexionar, porque hay muchísimas personas verdaderamente creativas a la hora de componer acordes y letras. Os recomiendo encarecidamente que no dejéis nunca de escuchar música, cada vez son más los artistas que necesitan compartir lo que llevan dentro; os invito a que los descubráis, que probéis nuevos géneros y que os dejéis llevar por las sensaciones que os transmiten y disfrutéis. Pregúntate, ¿qué lugar ocupa la música en tu vida?

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El curioso caso de Benjamin Button

La reflexión que te traigo hoy es un extracto de la película “El curioso caso de Benjamin Button” (2008). Es una película que recomiendo encarecidamente, no sólo porque tiene mucho de psicológica y de reflexiva, sino porque es una película preciosa. Sin más, te dejo con la pequeña gran reflexión de la película. Si te sirve de algo, nunca es demasiado tarde o, en mi caso, demasiado pronto para ser quien quieres ser. No hay límite en el tiempo, empieza cuando quieras. Puedes cambiar o no hacerlo, no hay normas al respecto. De todo podemos sacar una lectura positiva o negativa, espero que tú saques la positiva. Espero que veas cosas que te sorprendan. Espero que sientas cosas que nunca hayas sentido. Espero que conozcas a personas con otro punto de vista. Espero que vivas una vida de la que te sientas orgullosa. Y si ves que no es así, espero que tengas la fortaleza de empezar de nuevo.

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Primera y última

Llevas toda una vida queriendo ser «feliz»:Porque has buscado encajar entre los demás y que los demás encajen contigo;Porque has defendido «lo tuyo» con uñas y dientes para que no «te lo quiten»;Porque has criticado al que piensa distinto a ti, nunca importó si era rojo, azul, verde o blanco, el problema es que no era como tú;Porque has abanderado causas que no te son propias, sino de todos;Porque sigues actuando en base a «lo que se espera de ti» o «lo que está bien»;Porque aún te arrepientes de ciertas cosas en las que «te equivocaste»;Porque afrontas el dolor respondiendo con dolor. Hay una persona a la que no has querido escuchar, pero que cada vez que la rechazas se está haciendo más pequeña:Porque tenías que encajar contigo mismo.Porque «lo tuyo» nadie te lo puede quitar.Porque te has criticado a ti mismo más que a nadie.Porque guardas tus banderas del pasado en un rincón.Porque sigues sin escuchar lo que quiere hacer tu voz interior.Porque en el pasado lo hiciste lo mejor que supiste con lo que sabías y aprendiste de ello.Porque no respondes al dolor con amor. Esa persona estaba, está y estará siempre en ti, eres tú, y sólo crecerá si recuerdas lo que era el amor propio.

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